domingo, 16 de octubre de 2011

Un domingo...

Porque a veces lo único que te apetece un domingo es ir de la cama al sofá, del sofá a la mesa, de la mesa al sofá y del sofá a la cama. Y te apetece mucho más si al lado tienes una persona con la que ríes, sonríes, hablas y, como no, peleas, discutes y te pones de morros, pero con la que inevitablemente vuelves a reír y a imaginar, soñar, con una persona que se embarca en todas tus locuras o te hace ver que es hora de poner los pies en el suelo y volver a la realidad. Para mí un domingo así no tiene precio y (muchas veces) no lo cambiaría por nada.

Piececillos de Dan y Kat

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